No voy a escribir sobre una forma sana de darse placer (intelectual), descubriendo los secretos que, incluso a ti mismo, aún te oculta tu propio cuerpo tu propia mente. No. Este artículo trata sobre una actitud un tanto menos sana. Tampoco me refiero a obsesionarse con un tema, dándole demasiadas vueltas, ni a un pensamiento demasiado rebuscado, ni nada de lo que pueda entrar en lo que algunos llaman «paja mental».

La masturbación intelectual es, básicamente, la autosatisfacción en todos los sentidos: si hago algo que yo, y sólo yo, considere meritorio, yo me felicito; si tengo una idea, yo mismo la juzgo como buena y hasta me doy un premio; si quiero saber de algo, yo mismo me invento los conocimientos necesarios como para considerarme, a mí mismo, experto, y los doy yo por válidos e indudables… Y, por supuesto, si alguien me lleva la contraria, yo mismo me consuelo: «me tienen envidia» vale para casi todo.

Y ¿cuales son los sintomas para saber si tú, o alguien que conozcas, ha pasado del goce al vicio en esto del onanismo mental? (…)»